sábado, 3 de noviembre de 2012

EL CELOSO

Llevo sufriendo la tortura
contando desventuras una a una
viendo en el amor que se procuran
ajenas parejas gays, en suma:

es mayor causa de mi pesar,
viendo de lo que más carece
cuerpo mío,  deshabitado parece
de ese estrépito que agita sin cesar:

anodina vida en el descanso,
sobre la que nada descansa
y sobre la que todo pesa, y cansa:
sin llegar a término el remanso:

No ver la luz, y ellos en el ameno
rincón de un sillón en la brisa,
y yo no sentir nunca la sonrisa,
ni sentir la caricia del ''Pan'' bueno.

Llevo sufriendo la tortura,
de ser privado de los sentidos,
teniéndolos sanos en la hartura
de un frío desfallecido:

Quiero sentir y todo priva:
el cuerpo lascivo que me esquiva,
el torso de pensamientos para las manos,
del calor de un aliento hermano.

Derrochado tiempo de llamada
en vano, nadie me escuchaba,
ni el muchacho ni el hombre,
que tal encumbre de los nombres
las conversaciones con acento lejano,
¡y mis oídos no puedan solazarse como las manos!

Me muero por poder tocar,
por poder ser abrazado,
y que la virtud no sea lo desvirtuado
de la virtual relación verbal.

Ojalà pudiera ponderar
algún sentido de otro humano,
ojalá llegase aquel lejano,
por el que me deshago al pensar

Viendo una pareja que se ama,
mi alegría es una alegría tibia,
es una llama azul, pero no la envidia,
sino una lumbre sin esperanza que se apaga.

Siento el peso de los párpados,
no es el sueño que me visita,
es un rumor de cansancio que me hostiga,
la vejez prematura de no haber amado.

Siento el yugo de la monotonía,
todo es ambiguo la clara luz, el día,
una sombra de melancolía,
y una vaga sombra, que rutila
como un papel de espina,
que no revela ni es revelado;
que no se toca ni en el cuidado,
porque ya es solo sombra, de lo asombrado.

Los veo abrazarse, y se sonríen,
se proyecta la oscuridad bajo el farol,
y una clara voz de la desolación
recorre el rumor; que siempre quise.

Se encoge el pecho, vencido,
en un rincón inmerecido,
el lugar que no  merece,
ni el cobijo le compadece.

Los veo de continuo, no me enerva el contento,
el amor infinito que no siento,
porque no quiera ni porque no lo diera;
haberlo vivido en cuerpo y no en alma me pluguiera
y así ser vivido
y no anhelado,y no pensado.
¡Se ha extinguido!



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