lunes, 1 de agosto de 2011

PREDACION

Envuelto en ruina y desencanto
me volví,
la marchita ala azul, el venero profundo
como un agujero sin fondo,
gritar de lo hondo,
y no encontrar alma.
Escarpada roca del cuerpo,
dura al tacto, insensible al tiempo
a su destino fatal:
perecer en su autopredación,
de su hambre se abisma,
a solas, marica o no,
hombre al fin,
adolescente, cuerpo desnudo,
frente a un espejo,
eternamente piel que se aja,
más sincero cuanto más solo,
porque los compañeros engañan,
las monedas falsean, y las risas vocean,
como un chorro que esfuma el dia.
Y al despertar no encuentras
la caricia amable junto a la almohada,
ni el recuerdo dulce, ni la mirada amable.
Injutamente a solas te confina,
la sangre que se afila, en tu propia vena
traidora como Bruto, entera como César.
Que la ansiedad no se encienda,
que el amor no se alquile, que el calor no nos ofenda.
Veo cielos identicos, dias identicos,
como una bóveda, de palio de cretona,
al suelo de una lona, que lame el cielo de la lluvia,
un sin fin sin corazón,
seguir andando, cuando el camino no tiene sentido,
ni la palabra valor, ni la voz el cuidado,
un eco demudado,
que el viento enervó.
Quisiera que la lluvia me olvidara,
y en una tierra lejana, corriera joven,
y que alguien me abrazara, vibrara como el odre
al apretar su ubre de vino
Quisiera
apurar la vida sin tino
y que no contara el vivir en un lugar
donde no hay amor sino para los que pagan
y envejecen en vano,
sin caricias, sin amor, sin hermanos
arena que colma de mentira las manos
cuando abren las arcas robadas
a un soberano,
y ven su botín, tras el que buscaron
sin amor, sin caricias, sin manos.
Desearia no haber sido joven en una isla,
desearia no haber vivido en el mar,
desearia arrancarme la vida
y darsela a un adolescente
asido a una monaña de macizo central
como un valeroso que eleva una bandera
en la agreste llanura
afirmar con hartura
el vigor de la locura, o del deseo que la libera,
desearia ver una juventud sin limites, donde haya hermanos que rian,
donde no se escatimen los recuerdos
y el tiempo, no sea muerto,
y la vida misma sea poema cada día.
Desearía
volver a nacer donde amaron
a alguien que tuvo un instante pleno,
el sol como un Pan bueno,
cuernos de luz y piernas de toro,
subido la colera de la vision al lomo,
sin que nadie diga ni juzgue, la lengua quemada,
donde cada dia el amor dicte un instante,
y la caricia incesante
de la verdad de una palabra,
sincera al sangrar la calma
despues del silencio, inapelable,
visión inexcrutable,
sin juicio y sin alma.


LAS PALMAS, VEGUETA, CALLE DOCTOR CHIL XXX, 1 DE AGOSTO.