miércoles, 16 de mayo de 2012

MARTIROLOGIO



Había una vez un valor
que huía del elogio, de la inflación del elogio,
que huía de la compasión, y de los compasivos
que sienten envidia, y envian el dolor
huía de aquellos que piensan que el lamento y el dolor
es solo afán de protagonismo, celosos de aquellos
que vivian en el pais de los sentimientos nobles, que
como minerables nobles, eran sentimientos de oro de buena graduación.
Esos sentimientos que todos empeñan en los compro-oro,
a cambio de comer, de consumir, y de alejarse cada vez más.
Habia una vez un valor que luchaba por la libertad,
porque sin sentir la libertad, la emancipación del mundo conocido
convencional y conveniente, su felicidad no era completa.
No era la felicidad del valor completa sin el amor ni la libertad,
y desprenderse queria de las criticas, del prejuicio y del elogio,
y entrar en la perspectiva de lo salvaje, ser un salvaje, ni bueno ni malo, ser un salvaje que solo entiende el lenguaje profundo de la naturaleza, de la vida sin prejuicios ni morales añadidas como se añaden aditivos al zumo, como entiende la poesia vivida y sentida sin aún ser verbalizada.


Habia una vez un valor que no queria estar entre la gente, que solo deseaba envidiarlo y juzgarle, buscar algo malo y sospechoso por el que descargar su celo y su envidia, sus complejos de inferioridad y de pueblo.
Era un valor que queria vivir como todos habian vivido, en libertad, sin ser condicionados, entregado a la visión del inmenso todo sin cruces ni mitos, donde las direcciones iban hacia todos los sentidos llenando el espacio vacio y el vacio por llenar.


El valor quiso desembarazarse de todo, para buscar en si mismo, el sentido de su trayectoria a traves del tiempo y el sentido de su viaje, sin compasión con los demas ni con empatia, porque durante su viaje los demas nunca fueron empaticos con su mision y solo le quitaron tiempo de llegar a su destino, habian acortado su evolucion. Por eso el valor decidió medirse unicamente consigo mismo en relacion con el vacio del universo y del tiempo, encontrar en si mismo su sentido hasta su consumasión, fuera de todo.


Habia una vez un valor que odiaba los juicios, los prejuicios, la compasión, la envidia y la palabreria, porque no eran vida, eran moral sin vida, moral sin experiencias vitales, telarañas morales sin años de vida vividos. El valor queria encontrarse con la vida y su esencia salvaje antes que ser palabra y antes de ser palabra.







No hay comentarios:

Publicar un comentario